Con más de 15 años de trayectoria en investigación científica, Rosa Corona González llegó a la UTEM hace dos años como académica del Departamento de Física de la Facultad de Ciencias Naturales, Matemática y del Medio Ambiente. Su trabajo se centra en simulaciones micromagnéticas y sistemas nanométricos.

A fines de noviembre fue parte de la tercera versión del Programa de Liderazgo y Género en CTCI (LI*FEM), iniciativa del Ministerio de Ciencia, Tecnología, Conocimiento e Innovación, en la que participó como única representante de la UTEM.

El programa reunió a investigadoras y académicas de distintas regiones, universidades y disciplinas del país, con el objetivo de reflexionar críticamente sobre el ejercicio del liderazgo, las trayectorias académicas y las estructuras de poder en el sistema científico, incorporando una perspectiva de género, de derechos y enfoques feministas. La experiencia combinó sesiones de trabajo colaborativo, análisis de trayectorias personales y construcción de redes, y culminó con una jornada presencial que contó con la participación de la ministra de la Mujer y la Equidad de Género, Antonia Orellana, y del subsecretario de Ciencia, Tecnología, Conocimiento e Innovación, Cristian Cuevas.

En este contexto, conversamos con la profesora Rosa Corona González sobre su experiencia en LI*FEM, su mirada sobre el liderazgo femenino en la academia y el desarrollo de su trabajo investigativo.

¿Qué significó participar en el Programa LI*FEM?

Fue un cambio de paradigma. Yo tenía una visión bastante idealista del feminismo y el programa me permitió cuestionar muchas cosas que damos por normalizadas y que están profundamente arraigadas en la sociedad. Para mí fue muy revelador darme cuenta de cómo, a lo largo de mi carrera en un entorno altamente masculinizado, fui adaptándome sin notarlo.

¿Cuáles fueron los aprendizajes que más destaca de esta experiencia?

– Aprendí a identificar sesgos, a enfrentar el síndrome de la impostora y a entender cómo operan las estructuras de poder en la academia. También fue muy potente comprender que el liderazgo femenino no implica renunciar a tu identidad, sino mantener tu forma de pensar y de ser, porque tenemos muchas habilidades que aportar desde otras miradas, más allá de los roles tradicionalmente asignados a las mujeres.

Desde su mirada como física, ¿por qué es importante fortalecer el liderazgo femenino en áreas STEAM?

– Es importante en todas las áreas, pero en la física existe una deuda histórica con las mujeres. Es una disciplina que suele ser muy poco acogedora y que muchas veces termina apabullando. Fortalecer el liderazgo femenino permite visibilizar referentes, cuestionar sesgos y generar ambientes más justos, lo que también abre caminos para que más niñas y jóvenes se proyecten en estas áreas.

Actualmente desarrolla investigación en física aplicada y teórica. ¿En qué se centra su trabajo hoy?

– Trabajo en la optimización de sistemas nanométricos a través de simulaciones micromagnéticas, con el objetivo de mejorar el almacenamiento de información. Hoy en día, la información se guarda utilizando paredes de dominio magnético, pero estas pueden perderse con fluctuaciones de temperatura o defectos en el sistema. Mi investigación busca hacer estos sistemas más robustos, utilizando texturas magnéticas con protección topológica, como los skyrmions magnéticos, que son más resistentes a esas perturbaciones.

¿Por qué considera relevante seguir impulsando programas como LI*FEM en el ámbito académico?

– Porque muchas veces la rutina académica no deja espacio para reflexionar. Estos programas entregan herramientas, información y redes que son fundamentales para generar cambios reales. Te obligan a detenerte, cuestionarte y pensar en cómo estamos ejerciendo la academia y el liderazgo, algo que no siempre ocurre entre clases, gestión y publicaciones.